La composición de la leche materna se adapta a las necesidades de cada bebé, al momento del día (no es la misma la leche que la madre «fabrica» por el día que por la noche) o incluso su composición difiere según la temperatura exterior (en los días de más calor se vuelve más aguada para evitar la deshidratación del pequeño). Esta es su principal bondad. No hay ningún alimento comparable en la Naturaleza.
Eso significa que en los niños que nacen antes de la semana 36 de embarazo es decir, los prematuros, la leche materna se considera más un medicamento que un alimento. Porque la composición de la leche que segrega una madre que ha dado a luz antes de tiempo es diferente de la que se segrega para un bebé nacido a término. “Tiene un mayor contenido en proteína, calcio y otros minerales”, señala la doctora Carmen Temboury Molina.
Bebés menos enfermos
Se sabe que la leche materna de la propia madre reduce el riesgo de complicaciones a corto y largo plazo que los recién nacidos de muy bajo peso al nacer (es decir, aquellos que nacen con menos de 1.500 g) suelen tener. Las complicaciones pueden ser septicemia de inicio tardío, enterocolitis necrosante, neumonías crónica, crecimiento insuficiente, retraso neurocognitivo y reingreso después del alta de la unidad de cuidados intensivos neonatales.
Una investigación se llevó a cabo durante cinco años con 430 parejas de madre-recién nacido de muy bajos peso del Centro Médico de la Universidad Rush de Chicago, en Estados Unidos. Reveló que 10 ml adicional de leche materna que reciben los recién nacidos de muy bajo peso al nacer durante los primeros 28 días de vida reduce un 19 por ciento el riesgo de septicemia de inicio tardío.
Investigación: lo último en lactancia materna
Un reciente estudio realizado en ratones dirigido por la doctora Foteini Hassiotou, del grupo Hartman de Investigación en Lactancia Materna de la Universidad Western Australia, ha descubierto que las células madre que provienen de la leche materna podrían sobrevivir en el tracto gastrointestinal del bebé durante años y favorecer el desarrollo de tejidos de órganos como el cerebro, el hígado, del sistema óseo, del corazón, del páncreas y del tejido adiposo, entre otros.
Este descubrimiento ha llevado a plantear utilizar las células madre de la leche materna para regenerar tejidos dañados por múltiples enfermedades, como el párkinson y el alzhéimer. Aún son estudios preliminares, pero al parecer son esperanzadores.
Mitos sobre lactancia: Los bebés amamantados engordan menos
Sobre la lactancia materna existen muchas creencias, no todas ciertas. Una de ellas es que los recién nacidos amantados engordan menos que los que toman leche artificial, o al menos esa la percepción que tienen muchas madres.
“Los niños alimentados con leche materna y los que toman leche artificial crecen a un ritmo diferente. Por ese motivo la Organización Mundial de la Salud establece la necesidad de curvas de crecimiento diferenciadas”, señala la doctora Carmen Temboury Molina.
Los niños alimentados con leche artificial tiene un ritmo de crecimiento mayor en los dos o tres primeros meses de vida, “y eso crea cierta confusión en los pediatras”, reconoce la experta. Pero cuando el bebé cumple su primer año de vida, no hay diferencia. En cambio algunos estudios actuales han demostrado que los bebés que ha tomado leche materna tienen menos riesgo de desarrollar obesidad y diabetes tipo 2 en la edad adulta.
Fuente: Natalben